Friar's Chapel of Church of St. Vincent Ferrer (NYC)

Es imposible saber cómo se cantaba el canto gregoriano en sus orígenes. Si ya es difícil hacerse una idea de cómo se podía interpretar la música en los siglos XVIII o XIX, antes de la aparición de las técnicas de grabación, cuánto más lo será tratar de reconstruir un canto de hace más de mil años. De hecho, es de suponer que no hubo una única manera de cantar común a toda la geografía del canto gregoriano. Los manuscritos más antiguos ya testifican en favor de diversas escuelas, y la tradición oral creó sin duda variantes aún mayores.

De todos modos, lo importante no es tanto tratar de reproducir el modo de cantar de los siglos VIII o IX, sino conocer bien la naturaleza propia del repertorio gregoriano, su lógica interna, su esencia. A esto se encaminan sobre todo las investigaciones acerca del canto gregoriano, y de ellas se han extraido diversas nociones.

El ritmo del gregoriano es libre. No tiene "compás" como nuestra música habitual, en la que las notas se van agrupando en periodos de tiempo de duración fija que se indican con movimientos regulares de la mano, el pie, la batuta o el metrónomo. En el canto gregoriano el ritmo surge del propio texto.

Lo primero es leer bien el texto haciendo las pausas en los lugares apropiados y uniendo las palabras conforme a su sentido.

Tengamos en cuenta que el canto gregoriano surgió de la lectura entonada de los textos sagrados. Este procedimiento, común a diversas culturas, se llama cantilación, y en nuestra sociedad se conserva en algunas ocasiones. Pensemos en el modo como se cantan los números premiados en el sorteo de la Lotería en España, en el modo usado a veces por los niños para recitar las tablas de multiplicar, o en los clásicos pregoneros de los pueblos: "se hace saber, de orden del señor alcalde…". En todos estos casos a unas entonaciones fijas, que tiene una nota fija para decir la frase, una nota más grave para la última sílaba, y a veces una nota más aguda para el acento más importante.

Las notas serán más o menos largas según el tiempo que cueste pronunciar la sílaba correspondiente. Cuesta menos pronunciar la sílaba a que sílabas como trans o rex.

Las notas serán más o menos largas según las indicaciones que se añadan a las notas.

Los códices más antiguos incluyen matices rítmicos muy sutiles que se perdieron con el paso a la actual notación cuadrada, allá por el siglo XII. Con el paso de los siglos el gregoriano se fue asemejando a la nueva música "con compás", al precio de empobrecerse rítmicamente. En las ediciones más recientes se ha tratado de recuperar esta riqueza rítmica mediante diversas indicaciones añadidas a la notación cuadrada.

Conviene pronunciar bien y con cuidado, especialmente las últimas sílabas que en latín (como en otros idiomas como el alemán, el griego o el euskera) tienen mucha importancia porque de ellas depende el significado de la palabra:

angelus el ángel
angeli del ángel, o los ángeles
angelorum de los ángeles
ángelo con el ángel, para el ángel
ángelis con los ángeles, para los ángeles